Un miembro del IPCC
destapa la "gran mentira" del cambio climático
LD (M.
Llamas) El
prestigioso documental de Al Gore sobre el supuesto cambio climático que sufre
el planeta, titulado Una Verdad Incómoda, podría servir perfectamente
para describir los entresijos de corruptelas y falsedades científicas
que subyacen en el seno del IPCC.
El
Panel Intergubernamental constituye el principal grupo de expertos que, bajo el
paraguas de la ONU, desarrolla los informes climáticos que sirven de referencia
a administraciones públicas y grupos ecologistas para mantener, ante la opinión
pública internacional, que el mundo se enfrenta a un calentamiento global de
dimensiones catastróficas debido a la emisión de gases de efecto invernadero
(GEI). Y ello, cómo no, por culpa del ser humano y del desarrollo económico.
Sin
embargo, el origen antropogénico (es decir, causado por el hombre) del cambio
climático no sólo es puesto en duda por un pequeño e irrelevante número de
pseudocientíficos escépticos, que actuán bajo la tutela y servidumbre de las
grandes petroleras, tal y como suelen argumentar los defensores del
calentamiento global.
El
número de expertos y climatólogos que cuestiona la validez de dicha teoría
es cada vez mayor. De hecho, incluso alguno de los miembros que han formado
parte del prestigioso IPCC (ganador del premio Nobel de la Paz en 2007)
denuncia que el trabajo del IPCC es “esencialmente corrupto” abogando,
incluso, por su “abolición” o, al menos, “reforma en profundidad”.
Teoría
"falsa" sobre el CO2
El
autor de estas afirmaciones es el prestigioso climatólogo neozelandés
Vincent Gray que, desde 1990, ha trabajado en el seno del IPCC,
por lo que conoce perfectamente su funcionamiento interno. Así, en un reciente
documento hecho público el pasado 11 de julio, Gray desgrana los grandes
mitos y “mentiras” presentes en el afamado trabajo de este supuesto panel
internacional de expertos en materia de cambio climático.
El
citado documento (ver adjunto), bajo el título de IPCC:
Sesgando el Clima, no tiene desperdicio. Su inicio es, ya de por sí,
demoledor al afirmar lo siguiente: “He sido un Experto Evaluador del
IPCC desde su primer gran informe en 1990. El IPCC se ha distinguido por
proporcionar pruebas de que el clima de la Tierra ha sido dañado por los
cambios que han originado las concentraciones atmosféricas de gases de efecto
invernadero”.
Sin
embargo, esta afirmación es “falsa”. La realidad y evidencias
científicas han sido “distorsionadas e hiladas para apoyar una campaña
mundial”, con el objetivo de “limitar las emisiones de ciertos gases de
efecto invernadero que carece de base científica”, según dicho informe, recogido
en el blog desdeelexilio.
Manipulación
de datos
En
esencia, Gray denuncia que este grupo de expertos carece de independencia.
El Panel está formado por funcionarios y burócratas, así como por
científicos que son seleccionados por los propios gobiernos en función de su
posicionamiento favorable a la tesis del calentamiento global.
De
hecho, tal y como explica el documento, dicha teoría se ha intentado promover
“sin éxito” en, al menos, dos ocasiones anteriores a lo largo del último siglo:
“La primera fue realizada por el químico sueco Svante Arrhenius en
1895”. Si embargo, no cuajó, ya que la temperatura de la Tierra se enfrió
posteriormente durante 15 años consecutivos, y luego el planeta se vio envuelto
en dos guerras mundiales y una grave crisis económica.
El
segundo intento, también fallido, fue llevado a cabo por Guy Stewart
Callendar, que revisó esta teoría en 1938. Pero, una vez más, la
temperatura se enfrió a lo largo de casi cuatro décadas. “Después de esto, los
ciclos naturales del planeta comenzaron a elevar las temperaturas”, algo que
fue aprovechado por los ambientalistas para revivir la tesis del efecto
invernadero. La idea cuajó, finalmente, en la conferencia de la ONU sobre el
Clima celebrada en Río de Janeiro (Brasil) en 1992.
Restricciones
económicas
El
objetivo de dicha cumbre internacional, según Gray era claro: “Convertir la
teoría del cambio climático en un arma para emprender una campaña
destinada a empobrecer el mundo”. Y es que, los sucesivos informes del IPCC
(existen cuatro hasta el momento) han sido empleados con el fin de implementar
“crecientes restricciones a la actividad económica”, advierte el climatólogo.
El IPCC
fue creado con el fin de acumular “pruebas” de que el “mundo” está sufriendo un
“calentamiento global” como consecuencia del aumento del CO2 en la atmósfera.
Sin embargo, “nunca ha existido la intención de proporcionar un
planteamiento equilibrado e imparcial, así como una evaluación científica
sobre el clima”. Desde el inicio de sus trabajos siempre “ha habido científicos
que han mostrado su desacuerdo” con la tesis de que los GEI son
“perjudiciales”, pero sus opiniones “no se han incluido en los informes del
IPCC” bajo la excusa de alcanzar el “mayor consenso posible”, añade Gray.
Además,
los informes del IPCC contienen una cláusula de exención de responsabilidad,
que reza lo siguiente: El término “cambio climático” por parte del IPCC se
refiere “a cualquier cambio que registre el clima del planeta en el tiempo, ya
sea debido a causas naturales o como resultado de la actividad humana”. Sin
embargo, tan sólo los gases de efecto invernadero (GEI) están autorizados a
“cambiar el clima”, indica Gray. Mientras, los procesos naturales son
percibidos como meras “variables” que, en la práctica, carecen de relevancia
científica.
Por
otra parte, el climatólogo advierte de que el “Resumen para los responsables
políticos” sobre los informes del IPCC son elaborados respondiendo al
interés de los “Gobiernos patrocinadores”. Por ello, es “elaborado
principalmente por científicos que son seleccionados” por los Estados. Es
decir, no son expertos independientes, tal y como arguyen los ecologistas
y la mayoría de medios de comunicación.
En
realidad, se trata de un “Resumen de políticas” aprobado por los responsables
de formular esas mismas medidas. Las afirmaciones de Gray a este respecto son
contundentes e, incluso, temibles: Los capítulos y contenidos de cada informe
del IPCC se “organizan de tal modo que promuevan la idea de que el cambio
climático es causado por el aumento de gases de efecto invernadero”. Así, según
el miembro del Panel, las “observaciones sobre la evolución real del clima
son, o bien ocultas, o bien suavizadas, filtradas...”.
De
hecho, los datos científicos contradicen los modelos de predicción que
contienen los diferentes informes, y por ello, han sido modificados u ocultados
en los trabajos posteriores, según Gray. Así, los modelos climáticos que
contenía el Primer Informe (1990) “exageraron las predicciones de
temperatura actual”, advierte.
Exageraciones
y falta de evidencias científicas
Es más.
Los escenarios climáticos que elaboran los científicos “no son predicciones del
futuro y no deben utilizarse como tales”, según advierten los propios documentos
internos del Panel. Pese a ello, aunque los autores de los trabajos declaran
insistentemente que dichas hipótesis no deben ser tomadas como previsiones,
tales advertencias ha sido “sistemáticamente ignoradas por los políticos, los
medios de comunicación y los gobiernos, sin una sola protesta oficial por parte
de cualquier miembro del IPCC”, asegura Gray.
Además,
el climatólogo denuncia que los métodos de “evaluación” climática (que no
“validación”) que elabora el IPCC nos son comprobados científicamente. Y es
que, “la mayoría de los expertos dependen financieramente de la aceptación
de los modelos, por lo que sus opiniones se ven afectadas por un conflicto
de intereses”, asegura.
Modificación
de informes
En este
sentido, desde 1995, el IPCC siempre hace “proyecciones”, nunca “predicciones”.
Así, el propio Panel admite de algún modo que “sus modelos no son adecuados,
en absoluto” para predecir el clima del futuro, advierte Gray.
Las
afirmaciones de Gray no son meras opiniones. Así, el climatólogo demuestra que
algunos de los borradores del IPCC han sido modificados parcialmente en la
redacción final de los informes, eliminando aquellas conclusiones que
cuestionaban el origen antropogénico del calentamiento global.
Algunos
párrafos eliminados o modificados en la redacción definitiva del
segundo informe del IPCC (1995) son elocuentes, tal y como expone el documento
de Gray:
SECCIÓN
8.4.1.1
“No se
excluye la posibilidad de que una parte significativa de la tendencia
(calentamiento) se deba a factores naturales”. MODIFICADA
SECCIÓN
8.4.2.1
“Ninguno
de los estudios antes citados han puesto de manifiesto una clara evidencia para
que podamos atribuir los cambios observados (temperatura) a un incremento
específico en la emisión de GEI”. ELIMINADA
SECCIÓN
8.6
“Finalmente,
llegamos a la cuestión más difícil de todas: ¿Cuándo podemos atribuir de un
modo inequívoco el cambio climático a causas antropogénicas (emisión de CO2)?
[...] No es de sorprender que la mejor respuesta a esta pregunta sea No lo
sabemos”. ELIMINADA
Intereses
gubernamentales
De este
modo, las opiniones contrarias a la tesis del CO2 como causante del
calentamiento han sido “eliminadas”, tal y como demuestra Gray. Por último, el
climatólogo pone en evidencia que el último informe del IPCC (2007),
tanto el Resumen para políticos como el técnico, ha sido cocinado
exclusivamente por los representantes afines a los gobiernos promotores de la
tesis sobre el cambio climático.
La mayoría
de sus conclusiones “no han sido aprobadas” por los científicos del Panel
integrados en el Grupo de Trabajo I, asegura Gray. Todo ello constituye un gran
“engaño”, por lo que este científico aboga por la “disolución” del IPCC o, al
menos, por aplicar una profunda reforma en el seno de su funcionamiento.
Los
estudios del IPCC ignoran que “durante
los últimos 8 años no ha habido calentamiento global”. Con el paso de los años como
miembro del Panel, Gray concluye que la recopilación de datos y métodos
científicos han sido empleados de forma “iarracional” por esta entidad, en
teoría, científica.
El IPCC
desaparecerá
Por
todo ello, “considero que el IPCC es fundamentalmente corrupto. La única
reforma que podría contemplar, sería su abolición”. Sus trabajos y sucesivos
informes se han manipulado para tratar de demostrar que las emisiones de CO2
están “dañando el clima”.
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