El precio de resucitar
La propuesta del genetista de Harvard George Church de resucitar al
hombre de neandertal ha corrido como el fuego por la prensa europea. La
garra de la idea es que hace volar la fantasía, pero sin ser una pura
fantasía en sí misma. Church no es el único científico que considera
factible esa proeza tecnológica. Los métodos para secuenciar (leer el
orden exacto de las letras químicas del ADN) y sintetizar (escribir esos
mismos genes en el laboratorio a partir de productos químicos) es ahora
mismo un millón de veces más barato y eficaz que hace solo ocho años;
esto supone un ritmo de progreso que supera al de los chips de silicio
en varios órdenes de magnitud. Gracias a eso los científicos ya han
logrado leer el genoma neandertal a partir de huesos fosilizados. Y
algunas de las técnicas necesarias para rematar la faena, como la
clonación humana, todavía no existen, pero pocos expertos dudan de que
es solo cuestión de tiempo, y no mucho.
Parece ya hora, por tanto, de dejar a un lado el cómo y sentarse a examinar las cuestiones verdaderamente interesantes, como el porqué y el para qué.
Como en las demás cuestiones que afectan a la ciencia básica, no es arriesgado decir que el primer porqué es la curiosidad. Los neandertales se extinguieron hace 30.000 años en Gibraltar. Coexistieron con nuestra especie durante cerca de 10.000, pero todo lo que sabemos de ellos ahora son deducciones basadas en sus restos fósiles y los de sus herramientas, también los de sus secuencias de ADN.
Pero la curiosidad excesiva puede resultar arriesgada. ¿Cuáles son los peligros de resucitar al neandertal? Seguramente eran muy fuertes. También sabemos que eran inteligentes, aunque ignoramos exactamente cuánto. Su capacidad craneal era mayor que la nuestra, pero su cultura, a diferencia de la del homo sapiens, permaneció estancada durante cientos de miles de años. Sobre su atractivo físico solo tenemos un dato: que se cruzaron con nosotros de forma ocasional.
Probablemente, los grandes peligros de resucitar al neandertal no serían para nosotros, sino para ellos mismos. Habrá que decidir si constituyen un precio demasiado alto por resucitar.
Parece ya hora, por tanto, de dejar a un lado el cómo y sentarse a examinar las cuestiones verdaderamente interesantes, como el porqué y el para qué.
Como en las demás cuestiones que afectan a la ciencia básica, no es arriesgado decir que el primer porqué es la curiosidad. Los neandertales se extinguieron hace 30.000 años en Gibraltar. Coexistieron con nuestra especie durante cerca de 10.000, pero todo lo que sabemos de ellos ahora son deducciones basadas en sus restos fósiles y los de sus herramientas, también los de sus secuencias de ADN.
Pero la curiosidad excesiva puede resultar arriesgada. ¿Cuáles son los peligros de resucitar al neandertal? Seguramente eran muy fuertes. También sabemos que eran inteligentes, aunque ignoramos exactamente cuánto. Su capacidad craneal era mayor que la nuestra, pero su cultura, a diferencia de la del homo sapiens, permaneció estancada durante cientos de miles de años. Sobre su atractivo físico solo tenemos un dato: que se cruzaron con nosotros de forma ocasional.
Probablemente, los grandes peligros de resucitar al neandertal no serían para nosotros, sino para ellos mismos. Habrá que decidir si constituyen un precio demasiado alto por resucitar.
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